Las vegas azucareras

El azúcar de caña será a partir del siglo XIV uno de los artículos del comercio granadino más preciados en el exterior, ante el continuado descenso de los tradicionales azúcares levantinos; la creciente demanda de este producto por parte de los mercaderes europeos, atraerá la atención de los mercaderes genoveses y florentinos, que trasladarán factores comerciales de sus compañías a las plazas más importantes de la costa granadina e iniciarán su lenta penetración para controlar las actividades relacionadas con la producción azucarera.

Adela Fábregas García,

Motril y el azúcar. Comerciantes italianos y judíos en el reino de Granada, 1996

Vegas azucareras en la provincia de Málaga

Expansión de la caña en la costa

La costa mediterránea andaluza constituye una franja de territorio estrecho y discontinuo situado entre las cordilleras Béticas y el mar Mediterráneo. A lo largo de 350 kilómetros entre Gibraltar y el Levante almeriense la montaña bordea el mar, confundiéndose en muchos tramos con la misma línea de costa. Los ríos y ramblas que drenan la vertiente sur de la Penibética, alcanzan el Mediterráneo, formando deltas de cierta amplitud. Así mismo la montaña abriga a los mismos del rigor climático continental y suministra el agua que los fertiliza y los hace susceptibles de explotación y poblamiento.

Los cultivos de tipo subtropical, especialmente la caña de azúcar, han aprovechado desde muy antiguo estas condiciones geográficas: suelos sedimentarios de cierta extensión; curso fluvial continuo y sistema de canalizaciones; orientación hacia la solana; facilidades de comunicación; monte circundante que proporcione el combustible necesario en el proceso industrial…

Estas condiciones se cumplen en las vegas aluviales andaluzas:

Adra, el Guadalfeo, Almuñécar, Nerja, Torrox, Vélez-Málaga, Vega de Málaga, Vega de Marbella San Pedro de Alcántara, Manilva, Vegas del Guadiaro…

Vega en el río Seco de Nerja a mediados del siglo XX. Foto diario Sur

La remolacha en la vega de Antequera

La Vega de Antequera es una depresión geográfica situada entre las cordilleras Subbéticas al norte y la Penibética al sur. Está regada por el cauce alto del río Guadalhorce y el territorio se compone de campos ondulados con algunos cerros y colinas. La riqueza agrícola de la Vega es proverbial y desde antiguo se dedicó a cultivos herbáceos de cereales. En la segunda mitad del siglo XIX se empezó a desarrollar el cultivo del olivar que se acabaría convirtiendo en la dedicación más importante de la Vega. Pero a finales del mismo siglo XIX se produjo también la revolución agraria propiciada por la presencia del nuevo cultivo de la remolacha.

En España no se pusieron en marcha el cultivo y las primeras fábricas de azúcar de remolacha hasta 1882. Pocos años después, en 1890, el nuevo cultivo llegó a la Vega de Antequera. El político Francisco Romero Robledo aprovechó la coyuntura favorable que ofrecía este negocio y puso en marcha la Azucarera Antequerana. El cultivo de la remolacha resultaba aquí muy rentable por el bajo coste de la mano de obra. Desde la fábrica antequerana se propició el nuevo cultivo y se contrató a colonos y labradores las plantaciones y futura venta de la remolacha. La fábrica dispuso de un perito especialista en este cultivo para orientar e inspeccionar la marcha del mismo, que iba a estar presente en la Vega antequerana durante cerca de un siglo.

Vega antequerana entre la Alcazaba y la Peña de los Enamorados. Archivo Histórico Municipal de Antequera.

Ruinas del ingenio de Armengol, Maro

Restos de las instalaciones de la maquinilla de los Rojas, Frigiliana

Maquinilla o ingenio de RIFOL, Nerja

Trapiche del Prado, Marbella

Alcoholera de San Pedro de Alcántara. Foto: Juan Antonio Isla

Azucarera  El Tarajal, Málaga. Foto Juan Antonio Isla

Azucarera de Antequera